En el relato bíblico de Job 2:1-10, nos encontramos con un hombre llamado Job, cuya vida se convierte en un testimonio poderoso de fe, integridad y confianza en Dios. A pesar de enfrentar pérdidas devastadoras, Job se mantiene firme en su devoción y se niega a maldecir a Dios. Su ejemplo nos desafía a considerar cómo enfrentamos las pruebas y a mantener nuestra integridad incluso en medio del sufrimiento. Acompáñame mientras exploramos las profundas lecciones que podemos aprender de la historia de Job.
La palabra que el Señor envía siempre produce fruto (Is. 55:8-13)
Desde el principio de la creación, Dios establece comunicación con el hombre a través de su palabra.
Naturaleza de la palabra de Dios.
La frase la palabra de Dios (también la palabra de Jehová o la palabra) se refiere a una diversidad de cosas en las escrituras. Es evidente que se refiere ante todo a cualquier cosa que Dios haya dicho directamente. Ejemplo, cuando Dios les hablo a Adán y Eva (Gn. 2:16-17), lo que Él dijo era la palabra de Dios.
También Dios hablaba por medio de los profetas. Cuando se dirigían al pueblo de Dios, por lo general iniciaban sus declaraciones con “Así dice Jehová o vino a mí la palabra de Jehová”.
Igual en el Nuevo Testamento, los apóstoles lo que hablaron y proclamaron era en efecto la palabra de Dios. Ej. Pablo en 1 Ts 2:13 “cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios” RV60.
Además, todo lo que hablo nuestro Señor Jesucristo, fue la palabra de Dios. Lc. 5:1 “aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre Él para oír la palabra de Dios” RV60.
Podemos decir igualmente que la palabra de Dios (la Biblia), es el registro escrito de lo que dijeron los profetas, apóstoles y Jesús.
La palabra del Señor es una invitación de perdón, salvación, restauración y bendiciones.
Donde puede usted hoy, ir y comprar algo sin dinero? Donde puedes ir y tomar algo, porque es todo gratis? Interesante como inicia el capítulo 55 del profeta Isaías; es una invitación a todos a la salvación del Señor; una invitación a los que están sedientos de recibir del Señor lo que tiene para darnos a través de su palabra.
Dios no piensa ni actúa como nosotros; sus caminos y pensamientos son más altos que los nuestros; esto es para mantenernos humildes y reconocer la grandeza de nuestro Señor sin dejar de seguir buscándole mientras se le pueda encontrar.
El Señor compara el enviar su palabra como la lluvia y la nieve cuando descienden de los cielos y quedan en el suelo para regar la tierra. Hacen crecer el grano, y producen semillas para el agricultor y pan para el hambriento. Dice el Señor su palabra no volverá a Él vacía, sino que hará lo que Él quiere. En otras palabras, dará fruto y lograra todo lo que Él quiere, y prosperará en todos los lugares donde Él la envíe.
La Biblia nos enseña cómo debemos responder a la palabra de Dios en todas sus formas.
- Se debe oír ansiosamente la palabra de Dios (Is. 1:10) y procurar entenderla (Mt. 13:23).
- Se debe alabar la palabra de Dios (Sal.56:4), amarla (Sal. 119:47) y dejar que sea el deleite y regocijo del alma (Sal. 119:16).
- Se debe aceptar lo que dice la palabra de Dios (Mr. 4:20).
- Guardarla profundamente en el corazón (Sal. 119:11).
- Confiar en ella (Sal.119:42) y poner la esperanza en sus promesas (119:74).
- Se debe obedecer lo que ella ordena (Stg. 1:22-24) y vivir según ella (Sal. 119:9).
Cuando el pueblo de Dios se vuelve a Él, lo escucha, y su palabra cumple su propósito en ellos, alegría y paz son siempre el resultado. En su obra de restauración Dios quita lo estéril y lo maldito, y produce belleza y fruto.
Cuando el Señor restaura, toda la obra es hecha para su nombre y para su gloria.
Saca tiempo usted para ir a la palabra de Dios cada día?
Oremos.
