“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mi fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librara de toda obra mala, y me preservara para su reino celestial. A El sea gloria por los siglos de los siglos. Amen” RV60
2ª Ti 4:16-18 RV60 Tuit
Nuestra confianza está en el Señor (Stg. 4:13-17)
Ya en los capítulos finales de la epístola, Santiago hace una advertencia para los que confían en si mismos. ¿Lanza la pregunta de cómo saben que será de su vida el día de mañana? Es una pregunta confrontativa de hacer planes sin poner nuestra confianza en el Señor. Ya se ha mencionado en ocasiones anteriores que no podemos dar por descontado el mañana. Solo Dios lo sabe.
Vemos en este pasaje que estas personas, mientras pensaban que todo estaba a su disposición, usaban todo para sus propósitos mundanos. ¿Qué es lo que dijeron? “iremos a tal o cual ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos dinero”. No dijeron: ‟Hoy o mañana haremos tal o cual cosa para la gloria de Dios y para la extensión de su reino”. ¡No había ni una palabra sobre Dios en ello, de principio a fin!”.
Como dijo el predicador Charles Spurgeon «Hay dos grandes certezas sobre las cosas que sucederán: una, es que Dios sabe; y la otra, que nosotros no sabemos».
La pandemia nos enseñó que las cosas pueden cambiar de un día para otro. El ritmo de vida de muchas naciones en el mundo se vio afectado; y la ansiedad, depresión y muerte impacto la vida de millones de personas. El aun respirar, oler o gustar de los sabores no estaba garantizado en medio de la crisis y las secuelas todavía se viven hoy. Ante este panorama, lo único real y verdadero que nos debe sostener es la verdad eterna de Cristo y su salvación. Su sacrificio en la cruz del calvario nos reconcilio con el Padre y ahora tenemos vida eterna.
La intención de la palabra no es desanimarnos para no planear y no hacer; sino que no lo hagamos apartados de Dios. O sea, nuestros planes son del Señor.
Santiago termina el texto que leímos diciendo “recuerden que es pecado saber lo que se debe hacer y luego no hacerlo”. Es mucho más fácil pensar y hablar sobre humildad y dependencia de Dios que vivirla. Una vez mas se enfatiza que la fe genuina se demuestra con la acción. El hecho de no llevarla a la practica le dice al mundo que no le damos mucha importancia.
Poner delante de El nuestros planes y proyectos es la manera sabia de hacerlo; nuestra confianza está en el Señor. Esa claridad es la que nos permite primero reconocer que a Cristo sea la gloria y es quien tiene control de nuestras vidas. Y es esta confianza la que nos da fortaleza para afrontar cada día con esperanza, valor y depender totalmente de Él.
A Cristo sea la gloria por siempre, Amen.
¿Como aplicaras esta palabra en tu vida?
Oremos