En el relato bíblico de Job 2:1-10, nos encontramos con un hombre llamado Job, cuya vida se convierte en un testimonio poderoso de fe, integridad y confianza en Dios. A pesar de enfrentar pérdidas devastadoras, Job se mantiene firme en su devoción y se niega a maldecir a Dios. Su ejemplo nos desafía a considerar cómo enfrentamos las pruebas y a mantener nuestra integridad incluso en medio del sufrimiento. Acompáñame mientras exploramos las profundas lecciones que podemos aprender de la historia de Job.
Job 2:1-10 Tuit
De años buenos y años malos; a años de bendición y propósito en el Señor (Fil. 4:11-13)
A Dios nada lo toma desprevenido.
Años buenos y años malos, es un pensamiento que nos viene en especial en épocas de fin de año. En la palabra vemos por ejemplo cuando Dios le da el sueño a Faraón (Gn.41) y Jose fue el único capaz de interpretarlo gracias al Señor; en el que iba a ver siete años de abundancia y posteriormente siete años de escasez. Jose fue puesto como gobernador de Egipto y pudo hacer provisión suficiente para alimentar a Egipto y venderles a otros pueblos y naciones. El propósito de
Dios se cumple y nada lo toma desprevenido.
Luego en el nuevo testamento, primero el apóstol Pablo le escribe a los filipenses “regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo regocijaos.” (Fil. 4.4) RV60.Y luego añade “no lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” (Fil. 4:11-12) RV60. Y termina en el versículo 13 diciendo “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
El consuelo de los redimidos.
Aun en los últimos tiempos, durante el tiempo de juicio divino sobre un mundo impío que ha rechazado a Cristo, en tiempos de ira y persecución contra los que reciben a Cristo y a su palabra durante la gran tribulación, tiempo de gran dolor y angustia; el Señor promete para los fieles que ya no tendrán hambre, ni sed y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida y Dios enjugara toda lagrima de los ojos de ellos (Ap. 7:16-17) RV60.
No dependemos de años buenos o años malos; dependemos del Señor.
Lo que entiendo de esta palabra es que a pesar de situaciones en las que pueda vivir en escasez o en épocas en las que viva en abundancia; mi confianza debe ser puesta en el Señor. Con un corazón que se regocija en el Señor siempre, producto de permanecer en su palabra, al amor a Dios y a los demás, a la obediencia a sus mandamientos y a la separación del mundo. Entrando en un proceso de enseñanza, en el cual aprendemos a depositar nuestra confianza en Él y a reconocer que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Pasamos entonces de valorar años buenos y años malos; a empezar a ver años de bendición y propósitos de Dios en nuestra vida que se cumplen; porque tenemos un Dios al control de todo y que nada lo toma desprevenido.
Oremos