El Salvador ha nacido

Pastor Julio Bolivar
Pastor Julio Bolivar

En el relato bíblico de Job 2:1-10, nos encontramos con un hombre llamado Job, cuya vida se convierte en un testimonio poderoso de fe, integridad y confianza en Dios. A pesar de enfrentar pérdidas devastadoras, Job se mantiene firme en su devoción y se niega a maldecir a Dios. Su ejemplo nos desafía a considerar cómo enfrentamos las pruebas y a mantener nuestra integridad incluso en medio del sufrimiento. Acompáñame mientras exploramos las profundas lecciones que podemos aprender de la historia de Job.

El Salvador ha nacido (Lc. 2:11-14)

El mundo en el que nació Jesús.

Jesús nació en el reinado de Augusto Cesar. Después de un largo período de guerras que arrasaron el Mediterráneo y sus costas, se había logrado la unidad política y el Imperio Romano se había vuelto más o menos coexistente con la cuenca mediterránea.

Uno de sus primeros títulos fue imperator, el comandante en jefe de todas las fuerzas armadas del estado. Pero vino a hacer que el título significara emperador.

Esto dice algo importante sobre el mundo en el que Jesús nació. Era un mundo hambriento de un salvador, y un mundo que vivía en el reinado de un salvador político, Augusto Cesar, pero eso no era suficiente. Augusto no era realmente poderoso en absoluto. En Juan 19:10-11, Jesús se enfrentó a otro romano quien creía que era poderoso. Entonces Pilato le dijo: “¿No me hablas a mí? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y autoridad para liberarte?”, Jesús respondió: “No podrías tener ningún poder contra Mí a menos que te lo hubiera dado de arriba”. El mismo principio se aplicó a Augusto Cesar; cualquier poder que tuviera era poder dado, dado por Dios.

El iba a ser solo un instrumento en la mano de Dios. Dios había prometido que el Mesías nacería en Belén (Miqueas 5: 2), y esta promesa sería cumplida.

Nuestro Salvador nació y se llama Jesús.

El Salvador si el Mesías, El Señor, ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David (Luc. 2:11) NTV. Cuando Jesús nació, fue llamado un Salvador. Como Salvador ha venido a librar del pecado, del dominio de Satanás, del mundo impío, del temor, de la muerte y de la condenación de las transgresiones.

Diversos nombres, todos ciertos para nombrar a Nuestro Señor Jesucristo, Nuestro Salvador.

Cristo nació en un pesebre, el nacimiento del Salvador, el acontecimiento más importante de la historia ocurrió en la más humilde de las circunstancias. Jesús es el Rey de reyes, pero no nació ni vivió como un rey en esta vida. Los hijos de Dios son reyes y sacerdotes, pero en esta vida debemos ser como Él fue: humildes y sencillos. Como dice la palabra en Fil. 2:5-7 “Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Aunque era Dios, no considero que el ser igual a Dios, fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renuncio a sus privilegios divinos, adopto la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre se humillo a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales”.

La respuesta de los Pastores.

La respuesta inicial de los pastores fue de terror ante el mensaje que les daba el ángel del Señor (Luc. 2:9-10) NTV; sin embargo, tomaron acción, demostrando con ello sujeción, obediencia y curiosidad. Lo que acababan de ver era espectacular, sobrenatural y celestial.

Ellos contaron lo que vieron a todos (Luc. 2:17), viene el Rey de Reyes y Señor de Señores, fueron de los primeros evangelistas.

Regresaron a sus rebaños, glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído. Todo sucedió tal como el ángel les había dicho. (Luc. 2:20).

Esa debe ser nuestra respuesta hoy a Jesús nuestro Salvador, glorificar y alabar a Nuestro Rey.

Jesús es nuestra salvación, luz y paz.

Algo que me queda claro del pasaje, es que nació nuestro Salvador, la palabra del Señor se cumple y trae salvación y vida eterna; pero también trae luz y paz a nuestra vida.

En esta época de celebración, si hay algo que te está robando la paz, recuerda que nació Jesús, nuestro Salvador y Él es nuestra paz (Ro.2: 14a) y nuestra fortaleza. No dejes que nada te impida adorarle y celebrar en familia este acontecimiento que cambio nuestra vida y destino para siempre.

¿Y usted, ya acepto a Cristo como su Salvador?

Oremos

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