En el relato bíblico de Job 2:1-10, nos encontramos con un hombre llamado Job, cuya vida se convierte en un testimonio poderoso de fe, integridad y confianza en Dios. A pesar de enfrentar pérdidas devastadoras, Job se mantiene firme en su devoción y se niega a maldecir a Dios. Su ejemplo nos desafía a considerar cómo enfrentamos las pruebas y a mantener nuestra integridad incluso en medio del sufrimiento. Acompáñame mientras exploramos las profundas lecciones que podemos aprender de la historia de Job.
Job 2:1-10 Tuit
Cuando Jesús llega a nuestras vidas, se tiene que dejar toda practica pecaminosa. (Hch. 19:11-20)
Estamos ya en el tercer viaje misionero de Pablo, ubicados en Éfeso, centro importantísimo de las rutas del oriente medio hacia Roma y lugar donde se le rendia culto a la diosa Diana o Artemisa.
Nos toca llevar el mensaje de Jesucristo.
La prioridad de Pablo en sus misiones era llevar el mensaje del evangelio, de salvación en Cristo Jesús. Es común ver que en cada viaje empezaba enseñando en las sinagogas de los judíos, muchos se convertían; algunos se oponían y seguía la obra predicándole a los gentiles. En este caso Pablo no se detuvo en su misión y tanto judíos como griegos oyó la palabra del Señor (Hch. 19:10). Por ello no es de extrañar que después de cientos de horas de enseñanza, la obra en Éfeso fuera tan extensa y eficaz.
Milagros extraordinarios e inusuales.
Era inusual que Dios usara paños o delantales de esta manera. Dice la palabra que ponían sobre los enfermos pañuelos o delantales que apenas habían tocado la piel de Pablo, quedaban sanos de sus enfermedades y los espíritus malignos salían de ellos. De la misma forma en que la sombra de Pedro (Hch. 5:15) o el borde del manto de Jesús (Mt. 14:36) pudieron sanar: así mismo sucedía en Efeso. Lo importante es que el Señor hacia los milagros para su gloria y honra usando como instrumento a Pablo.
¿Conozco a Jesús y conozco a Pablo, pero quienes son ustedes?
El hacer milagros o expulsar espíritus malignos no era una formula de Pablo para el éxito. Los hijos de Esceva intentaron hacerlo, fracasando, porque no tenían una relación personal con Jesús. No se trata de repetir oraciones o invocar el nombre de Cristo; sino de colocar a Jesús como lo primero en nuestra vida, creyendo en su poder de salvación y resurrección de los muertos para vida eterna.
Honrando el nombre de nuestro Señor Jesucristo confesando las practicas pecaminosas.
Después de este incidente con los hijos de Esceva, varios de ellos que practicaban la hechicería, trajeron sus libros de conjuros y los quemaron en una hoguera pública. La gente pudo ver la realidad del mal y lo demoniaco; pero aun mayor fue que el mensaje de Cristo se extendió por muchas partes y tuvo un poderoso efecto. Fue magnificado el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Los cristianos hoy deben igualmente deshacerse de libros, imágenes, archivos de computadora, juegos, adornos o cualquier cosa que pueda tener una conexión con lo oculto, con lo demoniaco. También deberán destruirlos para que no sean utilizados por otros.
Por otro lado, puede haber hábitos o algunas practicas que contaminen tu alma. Tengamos en cuenta que Cristo nos ama, si venimos ante El y confiamos; terminaremos con eso y disfrutaremos de su plenitud y libertad para nuestra vida.
Hay algo en tu vida que debes confesar delante del Señor para que seas realmente libre?
Oremos.