En el relato bíblico de Job 2:1-10, nos encontramos con un hombre llamado Job, cuya vida se convierte en un testimonio poderoso de fe, integridad y confianza en Dios. A pesar de enfrentar pérdidas devastadoras, Job se mantiene firme en su devoción y se niega a maldecir a Dios. Su ejemplo nos desafía a considerar cómo enfrentamos las pruebas y a mantener nuestra integridad incluso en medio del sufrimiento. Acompáñame mientras exploramos las profundas lecciones que podemos aprender de la historia de Job.
Job 2:1-10 Tuit
Enseñando con claridad la Palabra de Dios (Neh. 8:1-8)
Nuestro Señor había cumplido su Palabra de que su pueblo iba a regresar a Jerusalén del destierro a Babilonia que habían sufrido a manos del Rey Nabucodonosor (Jer. 29:10).
Fueron tres oleadas de desterrados que regresaron a Jerusalén; la primera liderada por Zorobabel quienes reconstruyeron el altar en su sitio original y empezaron los cimientos de la reconstrucción del templo del Señor (Esd. 2,3). Años después llega Esdras en una segunda oleada de exiliados, el era escriba, diligente en la ley de Moisés. Llega con la intención de continuar la reconstrucción de la casa de Dios y enseñar la ley a todo el que no la conozca (Esd. 7).
La tercera oleada es liderada por Nehemías para reconstruir las murallas de Jerusalén y motivar al pueblo a que permanezca fiel a las leyes de Dios.
Es en este contexto que se da esta Palabra, ya las murallas habían sido reconstruidas y era ocasión para reunirse, escuchar la Palabra de Dios y alabar al Señor.
Importante resaltar que el pueblo se reunió con un mismo propósito y pidieron a Esdras que sacara el libro de la ley de Moisés. (Neh 8:1). Todo el pueblo (hombres, mujeres y niños con edad suficiente para entender) escucho atentamente la lectura del libro de la ley. (Neh. 8:2-3).
Fue un momento especial de adoración y reverencia al Señor; aquel que los había llamado y cumplido su promesa, merece toda gloria y alabanza a su nombre. No había sido fácil; empezando por estar en una nación extraña, desterrados; con mucha oposición por parte de sus enemigos, momentos de desanimo y de desobediencia; ahora era el tiempo de regresar a casa; pero mas importante aun era regresar a escuchar la Palabra y adorar a su Señor.
Dice la Palabra que los levitas instruyeron al pueblo en la ley y mientras leían la ley de Dios, explicaban con claridad el significado de lo que se leía, así ayudaban al pueblo a comprender cada pasaje (Neh. 8: 7-8). Tremenda responsabilidad tenemos hoy de enseñar con claridad la Palabra de Dios; sin añadir y quitar una sola letra a las sagradas escrituras.
Fue tanta la emoción y lo significativo del momento, que el pueblo lloraba mientras escuchaba la Palabra de Dios (Neh. 8:9). Necesitamos hoy esa disposición del corazón y del espíritu para ser sensibles a lo que Dios nos está hablando a través de su Palabra y dejarnos guiar por el Espíritu Santo, y lagrimas broten de nuestro ser, por estar ante la presencia de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Por ultimo y no menos importante; la Palabra nos enseña que estos lideres (Nehemías, Esdras) eran hombres de Dios, sensibles a buscar el rostro de Dios mediante el ayuno y la oración, se postraban y dependían totalmente del Señor. Usted y yo debemos hacer lo mismo, disponer todo nuestro ser a buscarle, exaltarle, solo a nuestro Señor. En especial en medio de tiempos difíciles; pero así como cumplió su promesa al pueblo de Israel de regresarlos del destierro a Jerusalén; nuestro Señor Jesucristo ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin (Mat. 28:20). Toda Gloria y toda honra a su Nombre.
Oremos