“por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que el ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a el le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo”.
Ro.12:1 Tuit
Somos elegidos por Dios (1Pe 2:9-12)
Dios en su inmenso amor nos llama pueblo elegido, linaje escogido, gracias al nuevo pacto en Cristo Jesús. Lo que antes era exclusivo del pueblo de Israel (su elección, sacerdocio, y llamado), hoy está al alcance de todo cristiano.
El Señor nos llama Sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Se aparta a los creyentes del mundo para que pertenezcan por completo a Dios.
En el Antiguo Testamento el sacerdocio estaba restringido a una minoría selecta. Su actividad distintiva era ofrecer sacrificios a Dios a favor de su pueblo y comunicarse directamente con Dios (Ex 19:6; 28:1, 2Cr 29:11). Ahora por medio de Jesucristo todo creyente ha sido constituido sacerdote al servicio de Dios (Ap 1:6).
Hay un antes y un ahora.
Hoy tenemos una realidad distinta gracias a Dios. Antes no teníamos identidad como pueblo, ahora somos pueblo de Dios. Antes no recibimos misericordia, ahora hemos recibido la misericordia de Dios.
Nosotros estuvimos sin estos privilegios y ni siquiera éramos un pueblo ante Dios. En nuestra cultura, con cimientos cristianos, no entendemos el tremendo sentido de privilegio y alivio que llegó a los gentiles cuando se pudo compartir el nuevo pacto con el Dios de Israel. El mensaje de Pedro es maravilloso: “Antes no pertenecías, pero ahora perteneces a Dios y estás entre Su pueblo.”
El propósito de estos privilegios tan altos no es para que nos llenemos de orgullo, sino para que anunciéis las virtudes de aquel quien ha hecho grandes cosas por nosotros.
Debemos alejarnos de los deseos mundanos que luchan contra el alma.
La posición de los creyentes como posesión de Dios los aparta de los incrédulos para convertirlos en extranjeros en este mundo. Ahora viven en un país al cual no pertenecen, y su ciudadanía esta con Cristo en el cielo (Fil 3:20, Hb 11:9-16). Como son extranjeros en esta tierra, los creyentes deben abstenerse de los placeres malvados del mundo, los cuales tratan de destruir su alma.
Llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes.
Allí donde Dios nos ha colocado, en el vecindario, en el trabajo, empresa, centro de estudio; debemos dar buen testimonio ante nuestros vecinos para que sean alcanzados y llevados a glorificar a Nuestro Salvador. Aun cuando podamos ser acusados o murmuren en nuestra contra; verán en nosotros una conducta honorable, algo diferente a como el mundo reacciona y se comporta hoy, para darle la honra y la gloria a nuestro Señor Jesucristo.
En conclusión, cuando entendemos lo que significo que el Señor nos tomara en cuenta como su pueblo, llamarnos y considerarnos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa y posesión exclusiva de Dios, como lo hizo con el pueblo de Israel, debemos sentirnos privilegiados y amados por Nuestro Señor Jesucristo, quien fue a la cruz del calvario y estableció un nuevo pacto para todos nosotros. Esto fue un antes y un ahora, que nos lleva a tener la responsabilidad de no mirar atrás y alejarnos de los deseos mundanos. Dar testimonio a las personas no creyentes que están a nuestro alrededor, para que la luz admirable de Cristo les alcance como a nosotros.
Como aplicaras esta palabra a tu vida?
Oremos.