“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mi fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librara de toda obra mala, y me preservara para su reino celestial. A El sea gloria por los siglos de los siglos. Amen” RV60
2ª Ti 4:16-18 RV60 Tuit
Ver para creer o creer sin ver (Jn. 20:24-29)
Ver para creer es un dicho muy común en nuestra cultura actual. Es una reacción muy humana que se vio reflejada también con los discípulos de Jesús. La posición es, si no lo vemos no existe. Ante esto, la palabra de Dios nos enseña que “es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1) y añade “pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (Heb. 11:6).
A pesar de que Nuestro Señor Jesucristo les había dicho que iba a resucitar (Luc 24:7); sus discípulos no se acordaban de sus palabras y estaban buscando su cuerpo físico el domingo temprano en la mañana.
Jesús se aparece a sus discípulos y les muestra sus heridas de las manos y su costado.
Tomas no estaba con los otros cuando llego Jesús. Los discipulos le contaron: Hemos visto al Señor. Pero el respondió: No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado.
Tomas se negó a creer el testimonio de muchos testigos: hizo una exigencia extrema de evidencia, se negó rotundamente a creer a menos que se cumplieran sus condiciones.
Ocho días después, los discípulos estaban juntos de nuevo, y esa vez Tomas se encontraba con ellos. Jesús se les aparece nuevamente.
Entonces Jesús le dijo: “pon tu dedo aquí y mira mis manos; mete tu mano en la herida de mi costado. Ya no seas incrédulo. ¡Cree! (Jn.20:27)
Jesús le concedió a Tomás la evidencia que exigió. Suponemos que Jesús no estaba obligado a hacer esto; bien pudo haber demandado fe de Tomás en la base de la evidencia confiable de otros. Sin embargo, en su misericordia y bondad, Jesús le dio a Tomás lo que pidió. La interacción de Jesús con Tomás muestra que el Jesús resucitado está lleno de amor, gracia y bondad para su pueblo. Eso no cambió. Jesús claramente le ordenó a Tomás que dejara su incredulidad y comenzara a creer. Jesús fue generoso y misericordioso con Tomás y su incredulidad, pero Jesús no alabó su incredulidad. Jesús quería moverlo de su duda e incredulidad a la fe. Una exhortación para todos nosotros de creer en Jesús.
Tu crees porque me has visto; benditos son los que creen sin verme.
Hay una promesa especial de bendición para los que creyeron sin haber visto a Nuestro Señor resucitado. Tomás exigió ver y tocar antes de creer en el Jesús resucitado. Jesús entendía que el testimonio de testigos confiables era suficiente evidencia, y hubo una bendición para los que aceptaron esa evidencia suficiente. Hoy no podemos ver físicamente a Jesús como lo vieron sus discípulos, pero tenemos acceso a la misma bendición de aquellos que creyeron sin ver.
La resurrección de Jesucristo es una de las verdades esenciales del evangelio.
Como dice la palabra en Jn. 11:25-26 “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi vivirá aun después de haber muerto. Todo el que vive en mi y cree en mi jamás morirá”. Esta es la garantía de que aquellos que creemos en El, también resucitaremos.
Y el apóstol Pablo lo refuerza en 1ª Co 15:13-14 “porque si no hay resurrección de muertos tampoco Cristo resucito. Y si Cristo no resucito, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe”.
Maravillosa demostración de poder y autoridad de parte de Nuestro Señor Jesucristo; quien venció la muerte, la prueba es que la tumba esta vacía. Tenemos un Dios vivo que promete lo mismo para quien en El creen. ¡¡Bendito sea el Señor!!
¿Como aplicaras esta palabra en tu vida?
Oremos