“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mi fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librara de toda obra mala, y me preservara para su reino celestial. A El sea gloria por los siglos de los siglos. Amen” RV60
2ª Ti 4:16-18 RV60 Tuit
Ante el sacrificio de la cruz de Cristo debes tomar una decisión (Luc. 23:32-43)
Todo el amor de Dios por nosotros se ve reflejado y consumado en la cruz del calvario. El plan de redención de Dios Padre, planeado desde el inicio de los tiempos esta por culminar. Aun siendo nosotros pecadores, Nuestro Señor Jesucristo fue voluntariamente a morir en la cruz por nuestros pecados; y sacrificarse para darnos salvación y vida eterna.
El doctor Lucas plasma en el evangelio, una situación que se estaba dando en medio de la cruel crucifixión de Jesús; junto con dos criminales. Una interacción, un dialogo entrecortado a las puertas de la muerte. Una decisión que tomar, en un ambiente poco común; único.
Ante el sacrificio de la cruz de Cristo; estos hombres tenían en su poder la decisión de vivir o morir en Cristo. Tenían la oportunidad de cambiar en minutos toda una vida llena de pecado, de crímenes y maldad. Siempre ha sido de esa manera; decidir si vivir en Cristo o morir para la eternidad. Para nosotros hoy es igual; quizás no en las circunstancias que estos dos hombres estaban experimentando, pero igual de trascendental es nuestra elección.
Llevaron a otros dos, ambos criminales para ser ejecutados con Jesús (Luc. 23:32).
La cruz se reservaba para asesinos, participantes en rebeliones o robo armado, siempre que fueran esclavos o extranjeros. Nos queda claro, por la palabra de Dios que estos dos hombres eran criminales y merecían ser ejecutados; no así Nuestro Señor, quien la palabra dice nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca (Is 53:9).
Jesús dijo: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen (Luc. 23:34)
Una vez más, Nuestro Salvador muestra un corazón lleno de misericordia para quienes se burlaban y pedían su muerte. Misericordia que nos alcanza hoy, a usted y a mí.
Uno de los criminales colgados junto a él se burló: ¿Así que eres el Mesías? Demuéstralo salvándote a ti mismo, y a nosotros también (Luc. 23:39)
Era la actitud que tenían la multitud y los lideres “salvo a otros, decían, que se salve a si mismo si de verdad es el Mesías de Dios, el Elegido. Los soldados también se burlaban de Él. Insensibilidad, dureza, cinismo y conveniencia se notaba en la mayoría que estaba presente.
Pero el otro criminal protesto: ¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estas condenado a muerte? Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo. Luego dijo: Jesús acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino. Jesús respondió: te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso (Luc. 23:40-42)
Esta es una petición sincera, genuina, que venía de lo profundo del corazón arrepentido de un pecador. Este hombre debió escuchar algo del Maestro durante su vida para hablar de su próxima venida. Aun en la cruz Nuestro Señor estaba haciendo la obra de redimir a un criminal a escasos minutos de morir.
Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso (Luc. 23:43)
Esta declaración enfatiza varios hechos relacionados con la salvación:
- Que la salvación es ofrecida a todos, dondequiera que se encuentren.
- Que la salvación es solamente por gracia mediante la fe.
- Que la salvación será rechazada por algunos a pesar de todo lo que Dios haga. El otro criminal murió perdido por toda la eternidad. Uno moría por el pecado (Jesús Nuestro Salvador); otro moría al pecado (criminal arrepentido) y el otro moría en pecado.
Toda la humanidad estaba representada ante la cruz. Estaban los indiferentes. El pueblo estaba mirando (Luc. 23:35); los religiosos, los gobernantes se burlaban de Él; los materialistas (los soldados repartieron entre si sus vestidos, echando suertes); los buscadores anhelantes (acuérdate de mí….Luc. 23:42)
Dos actitudes ante una misma situación. Han pasado más de dos mil años y las actitudes y posterior decisión que se debe tomar hoy, es la misma. Por un lado, insensibilidad, egoísmo, dureza de corazón, cinismo y conveniencia para no aceptar la verdad de Cristo. Y por el otro, arrepentimiento, confesión, transparencia, respeto, sensibilidad y sujeción.
La crucifixión y muerte de Jesús son la esencia y el fundamento del plan de redención de Dios (1ª Co 1:23-24). Jesús que nunca había pecado, murió en lugar de la humanidad pecadora. Mediante su crucifixión fue pagado el castigo del pecado y deshecha la obra de Satanás (Ro 3:25). Ahora todas las personas pueden volverse a Dios en arrepentimiento y fe en Cristo, y recibir perdón, salvación del pecado y vida eterna.
¿Ya decidiste por Cristo?
¿Estás dispuesto a vivir bajo su autoridad, ejemplo y principios?
Oremos