“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mi fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librara de toda obra mala, y me preservara para su reino celestial. A El sea gloria por los siglos de los siglos. Amen” RV60
2ª Ti 4:16-18 RV60 Tuit
“Un Rey que nace en condiciones de humildad y sencillez” Lc. 2:1-7
Navidad es un tiempo tan bonito para compartir con otros, alegría, celebración.
Tenemos en esta palabra, el principio de la mejor historia jamás contada. La historia del nacimiento del Rey más grande. Jesús nuestro Salvador.
La plenitud del tiempo estaba ahora por llegar, cuando Dios enviaría a su Hijo, nacido de una virgen y sometido a la ley. El nacimiento de Jesús está rodeado de acontecimientos sobrenaturales, circunstancias especiales y de mucha humildad, ejemplo de ello es que no encontró alojamiento al momento de nacer. Siendo el hijo de Dios, nació en un pesebre.
Es fácil imaginar lo invencible que se sintió Augusto Cesar cuando hizo un decreto y todo el mundo tenía que obedecer. Orgullo, soberbia y vanidad envuelve la vida de muchos de los que buscan poder. Todo lo contrario, a nuestro Salvador y Señor Jesucristo.
Como Padres cuanto deseamos tener a nuestros hijos bien vestidos, con regalos y consentidos; cuan dados son los pobres a envidiar al rico; y cuanto tienden los ricos a ver con altivez al pobre. Pero cuando por fe vemos al Hijo de Dios que es hecho hombre y yace en un pesebre, nuestra vanidad, envidia y ambición son frenadas.
Navidad es un mensaje de humildad, de compartir y de amor. La Navidad es Jesús. Al final de la historia, lo que importa es Jesús.
Como dice la palabra “porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Mt 20:28).
Que este tiempo lo celebremos con alegría y humildad; como les dijo un ángel del Señor a los pastores “No tengan miedo, dijo, les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. El Salvador, si el Mesías, el Señor, ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David” (Lc 2:10-11).
Tengamos en cuenta el fundamento de la palabra que el apóstol Pablo le escribe a los filipenses y sea ese nuestro sentir y actuar en esta navidad “nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimo el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. (Fil 2:3-7).
¿Como vas a aplicar esta palabra en tu vida?
Oremos