Hay que creer y seguir las instrucciones del Señor como él manda

Julio Bolivar
Pastor Julio Bolivar

“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mi fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librara de toda obra mala, y me preservara para su reino celestial. A El sea gloria por los siglos de los siglos. Amen” RV60

“Hay que creer y seguir las instrucciones del Señor como él manda” Es a la manera de Dios y no a nuestra manera. Núm. 20:1-13

En nuestro día a día nos enfrentamos a situaciones que nos pueden causar enojo, probablemente hasta tengamos razón en estar enojados. Pero cuando estamos enojados, podemos decir y hacer cosas que pueden herir a otros; y peor aún causar desobediencia a Nuestro Señor.

El pueblo de Israel continuaba su recorrido por el desierto, mucha de la generación que había salido de Egipto había muerto, incluyendo a María, la hermana de Moisés.

Ahora el pueblo se queja por falta de agua y Dios le da instrucciones a Moisés de que hacer para darle respuesta a una necesidad del pueblo; “Toma la vara y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacaras agua de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias” (Núm. 20:8)

Entonces alzo Moisés su mano y golpeo la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas y bebió la congregación y sus bestias. (Núm. 20:11)

No era a la manera de Moisés; sino a la manera de Dios

Moisés no siguió las instrucciones del Señor de solo hablarle a la peña; sino que la golpeo dos veces. Hubo desobediencia de parte de Moisés al hacerlo a su manera y no a la manera de Dios. Muchas veces nos encontramos en la misma situación de querer hacer las cosas a nuestra manera o como las hace todo el mundo; cuando debemos hacerlo como Dios quiere que se haga.

Cuidado con lo que decimos y hacemos estando enojados

Moisés era el guía espiritual del pueblo de Dios, por medio del cual Dios dio la ley. Su responsabilidad de obedecer la palabra de Dios era mayor debido a su mayor posición e influencia. (Stg 3:1). El pecado de Moisés fue doble. En primer lugar, habló precipitadamente, como si la gloria y el poder de Dios residiera en sí mismo y en Aaron.  En segundo lugar, entonces actuó precipitadamente al golpear enojado la roca dos veces, en vez de hablarle como Dios le había ordenado (Sal 106:32-33).

Lo que decimos y hacemos cuando estamos enojados puede acarrear grandes problemas con las personas que nos rodean y peor aún pecar contra Dios. Cuando soltamos las palabras ya no podemos regresarlas a nuestras bocas; muchas veces herimos sin darnos cuenta porque estamos exaltados y enojados.

Moisés no entró a la tierra prometida por su desobediencia

“Jehová dijo a Moisés y Aaron: por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado” (Núm. 20:12).

La actitud y acción pecaminosa de Moisés estaba arraigada en la incredulidad. No le creyó realmente a Dios cuando el Señor le dijo que le hablara a la roca y, no que la golpeara.

Dios trato con su siervo Moisés y trata con nosotros hoy. Debemos hacer lo que Dios nos manda a hacer a su manera y no a la nuestra; y aunque podamos tener ocasión de enojarnos con alguien o algo, no debe ser ocasión para pecar y desobedecer al Señor. Esto puede traer consecuencias lamentables tal como le ocurrió a Moisés al no entrar a la tierra prometida.

Oremos para no hablar y actuar precipitadamente debido al enojo y hacer las cosas a la manera de Dios.

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