"Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tu cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que esta en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensara en público"
Todo lo soporto por amor de los escogidos. 2ª Ti 2:8-13
Acordémonos de Jesucristo y su resurrección.
Pablo no esperaba que Timoteo olvidara la verdad y principios aprendidos acerca de nuestro Señor Jesucristo; sino que necesitaba que le recordaran que mantuviera esto como la prioridad de su mensaje. Al ser del linaje de David, nos indica que Jesus fue completamente hombre; y el hecho que resucitara significa que Jesus era completamente Dios. Para Pablo, era esencial que Timoteo recordara y ensenara la verdad de quien era Jesús. Y es igual de importante hoy, el que nos acordemos que el mensaje principal en nuestras Iglesias tiene que ser Jesucristo.
La palabra de Dios no esta presa.
Pablo podía estar preso, encadenado, pero entendía que no se podía encadenar la palabra de Dios. A pesar de los intentos del enemigo a través de los tiempos de atacar la Biblia; quemarla, prohibirla o distorsionarla, la palabra de Dios permanece para siempre. “Sécase la hierba, marchítase la flor; más la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40:8).
Soportando por amor de los escogidos.
El amor a los escogidos es una manifestación del amor de Dios. Pablo así lo entendía y reconocía que valía la pena el sacrificio de soportar encarcelamientos, abusos y maltratos por su amor al pueblo de Dios. La vida de Pablo no fue solamente usada para rescatar a personas para Jesús, sino también para verlas crecer y volverse completos en su relación con Él. Esto nos enseña de no solo es importante ganar las almas para el Señor; sino también ser parte de su crecimiento a través del discipulado y el invertir tiempo en otros como lo hizo Pablo con Timoteo.
Dios permanece fiel.
Pablo consciente que estaba en sus últimos días, enfrenta la muerte con el entendimiento que morir por Cristo significaba el vivir con El. Esto merece detenernos y pensar que para muchas personas la muerte es lo último; pero en Cristo no es de esta manera; si morimos con El, tenemos la promesa de vida eterna. Tenemos un Dios que no es insensible a nuestro sufrimiento; todo lo contrario; le asegura al creyente fiel una recompensa eterna. Este principio nos asegura que vale la pena soportar las pruebas y dificultades presentes. La recompensa es más grande que lo que uno pudiera ganar al rendirse. ¡Reinaremos con él!
No podemos negar a Jesús, debemos mantenernos leales a Él. Sin embargo, si uno se aleja, no cambia quien Dios es; el permanece fiel.
Acordémonos en todo momento de Nuestro Señor Jesucristo y sigamos su ejemplo de amor y sacrificio; confiando en su promesa de vida eterna.
Oremos
