Velad y orad, como Jesús lo hizo

Pastor José Calame
Pastor José Calame

Mt.26.36-41.

Introducción

Vivimos tiempos difíciles, es urgente que estemos orando y velando.

Escenario. La vida de oración de Jesús fue algo que captaron muy bien sus discípulos y lo vemos plasmada en las Sagradas Escrituras, para nada significa que lo imitaron inmediatamente. Jesús continuamente se alejaba de las multitudes, se levantaba temprano en la mañana, subía a los montes, con el fin de orar a Su Padre, Mt.6.5; 14.23; 26.36-41.

Sus discípulos evidentemente hicieron comparaciones entre Juan el Bautista y Él; de hecho, algunos de sus discípulos, luego fueron seguidores de Jesús, así que sabían de la vida de oración de Juan. El Bautista, revolucionario religioso del momento, seguramente la figura de quien todos hablaban cuando  estaban reunidos en casa, las plazas o en las calles. Todos querían verlo y escucharlo. En cambio Jesús, iniciaba su disruptivo ministerio en Palestina y empezó levantar una ola de seguidores, a quienes confrontaba directamente y no sólo a ellos, sino también a los líderes religiosos del momento.

Los discípulos de Juan oraban porque les había enseñado, cómo lo hacían y que decían, lo desconozco. Ante la solicitud de uno de sus discípulos, que le enseñase a orar, como Juan lo hizo con los suyos, el Maestro los introduce a ellos y a todos los discípulos de todos los tiempos a entrar en una relación novedosa con Dios, Lc.11.1-2.

Por favor notemos que para cuando se hace esta petición, los doce y luego los setenta, ya habían sido enviados con las respectivas asignaciones, ambos grupos, regresaron contentos al ver los resultados. ¿Abran orado antes? me pregunto.

La nueva relación. Jesús, no sólo levantó su voz para solicitar al Padre que respondiera a una petición que hiciera, sino también y muy importante, levantó su voz para alabar y agradecer al Señor por el cumplimiento de Sus planes, en la vida de otros, Lc.10.21-24. Tenía una estrecha relación con el Padre, sabía que era digno de recibir la alabanza, exaltación y reconocimiento. ¿Lo sabemos nosotros?

Afirmó que todas las cosas le fueron entregadas por el Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre y ninguno conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar, Mt.11.27. Al llegar a este punto, Jesús de forma continua, estaba revelando al Padre a sus discípulos y lo continua haciendo hoy, por medio del Espíritu Santo. Porque todas las cosas les fueron entregadas, nos invita a venir a Él, los que están trabajados y cargados y nos hará descansar, Mt.11.28-29. ¿Qué nos aflige? Vengamos a Él…

Dando respuesta a la petición del discípulo que no se identifica en el texto bíblico, en cuanto ser enseñados a orar, el Maestro responde: “Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos…” Ya no es un Dios lejano, sino cercano; el Padre se acercó por medio de Jesucristo, Su Hijo y como buen Padre, suplirá lo que haga falta, Lc.11.9-13; Mt. 6.31; Ro.8.32.

La versión de Mateo agrega otros elementos que son muy llamativos, Mt.6.5-8:

  • no ores para llamar la atención y que te vean
  • cuando ores, entra en tu lugar secreto y ora a tu Padre, que te ve
  • cuando ores, no uses palabrerías ni vanas repeticiones

Porque el Padre sabe de qué cosas tenemos necesidades, antes que las pidamos.

Pablo, nos ayuda a entender mejor esta nueva relación, cuando escribe acerca de la unidad del Espíritu en medio de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, ya que tenemos “un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”, Ef.4.6. A cada uno de los miembros nos ve y trata como a hijos, Él no tiene sobrinos ni nietos, desea que nos acerquemos con humildad de corazón y le comuniquemos nuestros pesares, alegrías y expectativas…nos oye y responderá conforme a Su voluntad.

Recordemos que Jesús, nos enseñó a decir: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” Mt.6.10. Significa entonces, que nos urge conocer la voluntad del Señor en todas las cosas, para orar con la garantía que nos responderá, Ro.12.2c.

El ejemplo final. Jesús, en la fase final de su ministerio terreno, no dejó de enseñar a los suyos acerca de la importancia de mantenernos en oración, Mt.26.36-41.

Con mucha claridad, abre su corazón y comparte con sus allegados su tristeza y angustia, solicitando ese acompañamiento necesario de un par o semejante, que tienen ahora un mismo Padre, a quien desean agradar, Mt.26.38. Por las razones de mucho sueño y tristeza, no pudieron acompañar al Señor en esta fase crucial de su vida, tratándose de la causa más importante del orar unos por otros, el “acompañamiento”. Se trata del otro, del hermano, del amigo, de nosotros o aún puede que sea enemigo, Lc.6.35.

Posteriormente revela e instruye sobre otra razón para mantenernos en oración constante: para no entrar en tentación. La NTV dice: “Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil”.

Entonces, Jesús oró en tiempos de alegría, en tiempos de pruebas y en tiempos de dolor y tristeza. Porque desarrolló una relación dependiente con el Padre, conocía al Padre, conocía de Sus planes y sabía acerca de Su fidelidad y amor.

De la misma forma, hoy, es urgente desarrollar esa relación de dependencia con el Dios y Padre, de tal forma que podamos elevar nuestra voz o simplemente murmurar, o balbucear palabras, o simplemente estar en silencio, dejando que el corazón lo diga todo…sabiendo que Él nos escuchará y responderá para gloria de Su nombre, 1Jn.5.14-15.

Hoy, es urgente que desarrollemos el ministerio de orar, por nosotros como individuos, pero también y muy importante, unos por otros, entendiendo que tenemos un mismo Padre bueno y necesitamos de su intervención. Necesitamos desarrollar ese compañerismo que nos anima a seguir… no estamos solos.

Conclusión. Nos acercaremos al Señor como Padre, y haremos Su voluntad? Oremos.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.”

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