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Pastor José Calame
Pastor José Calame

Mc.16.1-11.

Introducción

Como nunca, debemos hoy, estar seguros de Su resurrección.

Escenario. Recientemente la sociedad panameña fue testigo de la brutal golpiza que le propinaron a un joven en plena vía pública, que luego terminó muerto. Las imágenes que circularon en las redes sociales y los medios televisivos, mostraban la brutalidad e inmisericorde trato dado al hoy occiso por varias personas. Traigo a su mente esas imágenes, porque el trato recibido por Jesús fue en mucho, más aterrador y grave. Cada vez, nos hacemos más insensibles a estos hechos, porque lo hemos etiquetado como normal. La violencia se ha hecho corriente en nuestro entorno.

Si, el santo Hijo de Dios, sufrió violencia en todas sus formas, misma que soportó con el objeto de traer salvación a la humanidad, ofreciendo vida abundante, porque no hay mayor muestra de amor que ésta, que poner la vida por otros, Jn.10.10-11.

En su camino a la cruz, justo una semana antes del día de resurrección, comunicó a los discípulos que sufriría, sería muerto, pero al tercer día resucitaría, Mc.10.33-34. El sufrimiento es parte de la vida del hombre caído y Jesús vino a identificarse con él, al hacerse hombre, dejando Su trono gloria, Fil.2.5-8.

Lamentablemente hoy, a tantos años de aquel brutal evento, sólo “celebramos” y “recordamos” casi sin valorar el significado de tal hazaña.

Está vivo. Siendo que no hubo tiempo de preparar su cuerpo para la sepultura, (costumbre de la época) varias mujeres decidieron invertir recursos y tiempo para preparar, llevar y realizar el trabajo de ungir el cuerpo del Maestro.

Nosotros, debemos entender que la resurrección de Jesucristo, distingue al cristianismo de todas las demás religiones del mundo. Para conmemorar y celebrar este acontecimiento, los cristianos se reúnen el domingo con el fin de adorar al  Señor resucitado. ¿Por qué? Pablo nos lo explica en 1Co.15.3-8, el evangelio es la revelación histórica de Dios en la persona de Jesucristo; es un acontecimiento real que tuvo lugar,  e incluye la crucifixión y la resurrección de Jesús, presenciada por testigos reales y confiables, por lo tanto no hablamos o predicamos especulativa o teóricamente, hemos experimentado el poder salvador y regenerador del mensaje de Jesucristo, por tanto somos los primeros en afirmar que es cierto, Jesucristo está vivo.

Es un hecho real que se puede informar con suficiente evidencia. Sigamos leyendo, 1Co.15.12-19, si asumimos la premisa hipotética que Cristo no resucitó, las implicaciones del “cuento” serían muy, pero muy profundas; hemos vivido engañados por cientos de años, una conspiración muy bien planeada. La fe cristiana depende de la resurrección de Jesucristo, como piedra angular o fundamental, 1P.2.6-7; de no ser así, vana sería nuestra fe, aún estamos muertos en nuestros delitos y pecados. ¡Así es que mejor desalojemos la sala, todo es vanidad, comamos y bebamos, porque mañana moriremos!

Aleluya. Bendito sea Dios…Aleluya, la realidad es que Cristo resucitó de los muertos, primicias de los que durmieron fue hecho, 1Co.15.20. Las primicias son los primeros frutos que maduran en una cosecha, anunciando la inminente siega, de la cual todos aquellos que creemos en Él, seremos parte. Ésta entre otras, son las razones que al juntarnos y congregarnos para exaltar al Señor, debemos hacerlo con alegría, entusiasmo, esperanza y corazón agradecido, porque nuestro Jesucristo, está vivo…

Al hablar de la resurrección de Jesús, obligadamente tenemos que mirar hacia la promesa de Su segunda venida. Justo el apóstol Juan, hace referencia a la realidad de la muerte y resurrección del Maestro, por boca del mismo Señor. En Apc.1.17-18 nos recuerda que estuvo muerto, pero ahora está vivo y en el mismo libro en el cap.19.9-10, nos recuerda sobre el futuro de la realidad de los hijos/as del Señor, tenemos un lugar a la mesa en la cena del Cordero. Es más allá de lo que ahora vivimos, no se trata de nuestra condición actual, sino de los planes de eternidad de Dios. Pronto vendrá el Señor, Su iglesia levantar gloriosa, somos parte de este plan divino.

 

El evangelio de Juan, agrega otros detalles de este incidente, Jn.20.1-18, ya que María Magdalena, habiendo sido la primera en dar la noticia de la desaparición del cuerpo del Maestro (teoría conspirativa), porque sus compañeras de esa mañana, no se atrevieron a comunicar por miedo, el mensaje recibido por el ángel; también fue la primera en avisar nuevamente a los discípulos que el Señor resucitado, le había hablado para que llevare el siguiente mensaje: “… Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” Jn.20.17. La resurrección de Jesucristo, valida toda su enseñanza y actuar; afirmando la nueva relación que existe entre Dios y aquellos que le seguimos, ya no somos siervos ni tampoco enemigos, sino hijos e hijas, porque podemos acercarnos confiadamente ante Su trono de gracia, para alcanzar misericordia y hallar  gracia para el oportuno socorro, He.4.16; Él es nuestro Dios y Padre.

Pareciera más fácil creer una mentira, que la verdad, nuestra mente caída pareciera estar condicionada a aceptar las mentiras, como realidades, lo peor del caso, es que tomamos decisiones en base a ello. Los discípulos no creyeron el anuncio de su resurrección, el temor, las falsas expectativas, los planes personales y propias ideas e idealizaciones de la sabiduría y poder divinos, nos impide aceptar con corazones sencillos, la eterna verdad de Su Palabra. Hoy debemos decidir creer la verdad del evangelio y desechar toda mentira del mundo o del diablo.

Jesucristo es digno de ser adorado, exaltado y creído, porque está vivo…y porque Él vive, tú y yo, vivimos…Gloria a Dios.

Conclusión. ¿Caminaremos y comunicaremos a otros, seguros de Su resurrección? Oremos.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.”

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