Sirviendo juntos para extender el Reino

Pastor José Calame
Pastor José Calame

Col.4.7-18.

Introducción

El estar involucrados en la obra de Dios es vital hoy.

Escenario. Durante la primera entrega de esta serie, compartíamos acerca de la falsa doctrina (una mezcla de ocultismo, legalismo judío y dogmas cristianos) que amenazaba a la iglesia cristiana insipiente. Enseñaba que Jesucristo era uno de los semidioses que servía de puente para salvar el abismo existente entre Dios y el mundo. Carecía de autoridad y capacidad suficientes para satisfacer las necesidades espirituales de los creyentes.

Hoy en día, la situación de la cultura post cristiana, se ha filtrado en todos los ámbitos del quehacer del hombre, hasta llegar a los organismos de gobierno y poder. Han llegado a los niveles tomadores de decisiones y dan a luz leyes con el “fin de mejorar” la convivencia pacífica de las comunidades o grupos vulnerables que los hay en todas las regiones del mundo. Pero, son estos los canales que utilizan los personajes que no tienen temor de Dios para proponer y aprobar leyes como la recientemente en España, donde los menores de doce años, pueden elegir el sexo de su preferencia e iniciar su proceso de transformación.

Lo complicado y evidente de la realidad de los postreros días, nos obliga a revisar principios que Jesús mismo nos dejó plasmado en las Escrituras con el propósito que el Reino del Padre que se hizo evidente entre los hombres, se siga extendiendo para alcanzar a aquellos que todavía hacen falta por entrar, antes que la ventana de oportunidad llamada gracia, se cierre. Así como en los días de Noé, la puerta de salvación estuvo abierta para los hombres, para que entraran en el arca y se salvaran del castigo que se avecinaba. Así hoy, como iglesia tenemos la obligación de trabajar juntos con el fin que otros escuchen el mensaje de perdón en Jesucristo y escapen de la ira venidera, Gn.6.11-22. ¡Esto se hace a la manera de Dios, llenos de Su Espíritu Santo!

Trabajemos juntos. En la sabiduría judía, el concepto de dos es mejor que uno, se encuentra en la arquitectura del pensamiento cuando hablamos de matrimonio, trabajo, enfrentar guerras, ya que el estar juntos potenciando capacidades y fortalezas, garantiza un mejor desarrollo y éxitos en la iniciativa a desarrollar, Ec.4.9-12.

Jesús mismo usa el principio de hacer juntos la obra del Reino, cuando envió primero a los doce y luego a los setenta, Mt.10.5-15; Lc.10.1. En los ejemplos del Nuevo Testamento, Lucas recoge la reacción de los enviados al volver de la tarea, contentos al experimentar el respaldo del Señor y las vidas de las personas eran tocadas y transformadas, Lc.10.17-20. Vuelve a aplicar el principio, cuando afirma que cuando oramos y dos nos ponemos de acuerdo, en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos, al igual que si hay dos o tres congregados en Su nombre, el está allí en medio de ellos, Mt.18.19-20.

El mensaje es, debemos hacer lo de Dios juntos, dos o más. Es que el Dios invisible que se hizo visible en la persona de Jesucristo, es tres en uno. Para Dios, la comunidad es de suma importancia, ahí envía bendición y vida eterna, declara el salmista, Sal.133.1. Luego entonces no hay lugar para llaneros solitarios por muy ungido que sean, no es el ejemplo del Nuevo Testamento; todos debemos recordar y reconocer que somos siervos, Mt.10.24; 25.21.

Si hacemos un alto y reflexionamos acerca de la repercusión que tiene el trabajo de una persona, versus el trabajo de un grupo de personas, todas enfocadas en la misma dirección, los resultados son exponenciales. Esta fue la realidad que se vivió durante el ministerio de Jesús, luego de enviar a los doce y después a los setenta, los subsiguientes eventos de la resurrección y la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés, multiplicaron la influencia de los creyentes por todo el imperio romano. Los actores no sólo fueron los apóstoles y profetas del momento, sino todos aquellos que fueron testigos de la resurrección y aquellos que creyeron el mensaje que escucharon cuyos nombres no aparecen en las páginas del texto bíblico.

Hombres como Saulo, fueron llamados por el Señor a ser parte del ejército que se levantó para expandir el Reino de los cielos en la tierra, Hch.9.1-19.

En el texto de referencia, Pablo hace mención de al menos nueve nombres, de los cuales uno Ninfas, posiblemente una líder de la iglesia de Laodicea, algunos creen que era la pastora. Todos contribuyendo en sus áreas, para que el gran propósito se llevara a cabo. Algunas de las características que se mencionan de los colaboradores son: amados y fieles, compañeros, oración continua para estar firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. Solícitos por los hermanos y otras, son algunas de las características que distinguen a los equipos de trabajo que se involucran y comprometen con la extensión del Reino de los cielos.

Otro pasaje muy parecido se encuentra en 1Co.16.10-19. Lamentablemente, hemos enviado desde los púlpitos el mensaje que debes “ser” o debes “tener” para servir al Señor. ¡Hago un alto para afirmar que sí debemos ser como Jesús!

Pablo, justo hablando del asunto a la iglesia de Corintos en su explicación para los hermanos en Corinto y a nosotros, que somos parte del cuerpo de Cristo, esto es la iglesia, aunque no tenemos las mismas funciones, ni los mismos dones espirituales 1Co.12.27-30.

Es importante que recordemos que no se trata de nosotros, sino de la gracia de Dios en nosotros que nos capacita para llevar frutos que traen gloria a Su nombre, 1Co.15.10. Es evidente que no se trata de una competencia del desempeño laboral ministerial para ganar regalías o posiciones, se trata de ser usados por el poder de Dios a través nuestro y tocar la vida de otros.

Finalmente, al igual que a Arquipo, algunos de ustedes, deben cumplir con el ministerio que recibieron en el Señor.

Conclusión. ¿Eres parte de los siervos que se involucran en la obra de Dios? Oremos.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.”

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