El corazón que agrada a Dios

Julio Bolivar
CoPastor Julio Bolivar

“Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juro a tus padres, como en este día”

Dt 5:28-30

“El Señor oyó la petición que me hicieron y dijo: “He oído todo lo que los israelitas te dijeron, y tienen razón. Oh, si siempre tuvieran un corazón así, ¡si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les iría bien a ellos y a sus descendientes. Ve y diles: Regresen a sus carpas.

Debemos tener un corazón que agrade a Dios en todo lo que hagamos.

Tenemos un Dios que se comunica

El Señor había hecho un pacto con el pueblo de Israel en el Monte Sinaí, era un pacto con la generación de ese momento y le dio los diez mandamientos para que los aprendieran y obedecieran. (Dt 5:1-3). Habían presenciado el poder del Señor quien hablo con voz fuerte desde en medio del fuego, envuelto en nubes y una densa oscuridad. Le habían escuchado, comprobando que Dios puede hablar con los seres humanos. (Dt 5:22-25). Como dijo el salmista “Oh Dios a ti dirijo mi oración porque sé que me responderás, inclínate y escucha cuando oro” Sal 17:6. Dios siempre ha buscado comunicarse con nosotros, responder a nuestras oraciones, pero también revelarnos su voluntad a través de su palabra para que la obedezcamos.

Un corazón que agrada a Dios resulta de escuchar y obedecer

Los ancianos y jefes de las tribus de Israel se acercaron a Moises para pedirles que fuera su intermediario entre ellos y Dios; se comprometían a escucharle y obedecerle. (Dt 5:27).

El Señor escucho lo que habían dicho y les dio la razón; y exclamo diciendo que, si siempre tuvieran un corazón así, dispuestos a temerle y obedecerle en todos sus mandatos, les iría bien a ellos y a sus descendientes. (Dt 5:28-29). Tenemos un Dios que le agrada que le escuchen y le obedezcan. El resultado de establecer una relación con el Señor siendo obedientes se traduce en bienestar para nosotros y nuestra descendencia. Esa actitud del corazón que viene de escuchar y obedecer al Padre es lo que debemos hacer todos hoy. Muchos problemas nos evitaríamos si fuéramos obedientes, permaneciendo conectados con el Padre. Como dijo Nuestro Señor Jesucristo en Jn 14:21 “los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman, y porque me aman a mí, mi Padre los amara a ellos, Y yo los amare y me daré a conocer a cada uno de ellos”. El amor a Nuestro Señor Jesucristo encuentra su expresión mas amplia en la obediencia a sus mandamientos, los cuales son también los mandamientos del Padre.

Tenemos hoy el ejemplo de Jesus, “Porque el que me envió, conmigo esta, no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” Jn 8:29. Cuando hacemos la voluntad del Padre, jamás estaremos solos, porque hay un corazón que busca agradarle en cada cosa que hacemos, y tiene que ser siempre. Cuando Dios habla debemos escuchar y obedecer.

Estamos dispuestos a obedecer a nuestro Señor para tener un corazón que le agrade?

Oremos.

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