El Verdadero Ayuno

EL VERDADERO AYUNO. Zacarías 7:1-14

Introducción

Es importante buscar a Dios con corazón sincero. |

Escenario. Como ya hemos visto, Dios le recuerda a su pueblo que regrese a Judá y en particular a Jerusalén luego del exilio de setenta años, que el juicio vino por la actitud desobediente de los antepasados (Zac.1:2).

Es evidente que, siendo un pueblo caracterizado por una vida alrededor de muchas prácticas religiosas, como parte del proceso de arrepentimiento, había algunas prácticas que debían ser puestas sobre el tapete. O practicamos tal costumbre o hacemos las cosas como deben ser hechas; en otras palabras, cumplimos con la formalidad religiosa o nos arrepentimos de verdad.

Surge la pregunta del ayuno, que ocurre según los conocedores, alrededor de dos años después de la primera visión de Zacarías (Zac.1:7). El ayuno en el mes quinto, parece conmemorar la destrucción del templo y lo cual es aprovechada por Dios a través del profeta para recordarle a Judá que la cuestión del ayuno son los motivos y las actitudes.

Es evidente que la piedad surge de un corazón piadoso y éste, es producto de una relación con Dios; ya que el piadoso se mantiene atento a la Palabra de Dios y se somete a su señorío, aún, cuando no sea agradable o llame a una rectificación. Implica entonces que, junto con la abstinencia de alimentos y tiempos de oración, debemos vivir una vida que agrade al Dios, por quien ayunamos.

El Señor hace dos preguntas directas, ¿durante todos estos años, ayunaron para mí? Y ¿cuándo comieron y bebieron no lo hicieron para ustedes? Actitudes egoístas barnizados de piedad. Esto es muy fácil después de algunos años de estar en el Señor, pensamos que son las mociones o los estereotipos, olvidando que Dios mira el corazón.

La Palabra no se hizo esperar: juzgar con verdad, hacer misericordia y piedad; no oprimir a los débiles y no pensar mal en el corazón en contra del hermano (Zac.7:9-10).

Notemos entonces la razón de la actitud antes mencionada: no querer escuchar, volver las espaldas y endurecer el corazón ante la demanda del Señor (Zac.7:11-12). Esta actitud, trajo como consecuencia que cuando ellos clamaron por ayuda a Dios, el no escuchó, así como ellos no escucharon cuando Él llamó. En otras palabras, un sorbo de su propio chocolate. La desobediencia condujo al cautiverio.

Promesa de Dios. En el contexto de Judá, el Señor promete derramar espíritu de gracia y de oración, promesa repetida por otros profetas vetero-testamentarios (Is.44:3; Ez.39:29 y Jl.2:28), esta última promesa cumplida el día de Pentecostés (Hch.2). Luego de esa manifestación de poder descrita por Lucas y haciendo referencia a la predicación de Pedro ese día, en el vs.39 dice: “Porque para vosotros es la promesa y para vuestros hijos y para todos lo que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”.

Hemos sido llamados a participar, ser beneficiados, recibir, las promesas hechas a Israel (Ro.10:12; 11:17). Luego entonces, ese Espíritu de gracia y oración ha sido derramado también sobre la iglesia del Señor, y nosotros hemos sido llenos con Él.

La gracia se refiere a la compasión que Dios ha tenido hacia nosotros, se ha inclinado favorablemente a sus hijos judíos y gentiles, porque delante de Él, somos iguales (Ro.10:12). En Hebreos10:29, se habla del Espíritu Santo, como el Espíritu de Gracia el cual tenemos, por tanto, no debemos pisotear menospreciando el sacrificio de Jesús por nosotros, viviendo impíamente luego de conocerlo (Heb10:26).

Dios está tratando con Israel y lo seguirá haciendo hasta que cada palabra se cumpla, pero mientras, tenemos todos nosotros los gentiles la oportunidad de venir a la presencia del Dios verdadero por la sangre del Cordero quien la derramó para que pudiéramos tener acceso al trono de la Gracia. Este mensaje debe ser compartido.

Conclusión.

¿Buscaremos a Dios con corazón limpio? Oremos.

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